21 de octubre de 2010

La Mujer Sin Cabeza

Antes que nada creo que es deber precisar que me es imposible hablar o escribir objetivamente sobre Lucrecia Martel y de sus películas, porque ya y solamente desde sus películas Lucrecia Martel me cae muy simpática.

En La Ciénaga nos inquietó desde el principio y cada vez más hacia el final con esas siestas opresivas y esos pibes en el monte con una escopeta. En La Niña Santa en vez del monte fue la ciudad, la educación católica y el aquel médico porteño, degenerado y finalmente redimido.

La película de la que vamos a hablar ahora es La Mujer Sin Cabeza.


Es el tercer film de la Martel, si no contamos los cortos y producciones televisivas. Como en los dos anteriores la película se desarrolla en Salta, con todas las particularidades de la provincia: el acento, las costumbres... el calor agobiante casi se siente y todo en la película es pesado, irreal, como el aire antes de una tormenta.



Verónica (la Vero) es una mujer de clase media que un día en la ruta atropella algo con su auto; en vez de parar se asusta y se aleja del lugar. Con el pasar de los días la conducta de Vero se va enrareciendo, como si se fuera alejando de a poco de la realidad, hasta que se le ocurre que posiblemente haya matado a alguien. A partir de allí lo que se enrarece es el entorno: los parientes y amigos, las circunstancias van dando indicios de la gravedad o no de aquel accidente: ¿Vero mató a alguien o sólo atropelló un perro?


Esta película (como las otras dos) lleva el sello Martel: la incomodidad va creciendo hasta volverse opresión, hay un aire de pesadilla en las cosas cotidianas, como una amenaza constante de algo terrible que nunca se alcanza a definir; estamos toda la película esperando el golpe en la nuca hasta que... bueno, es mejor que la vean ustedes por su cuenta y luego comenten a ver si les gustó tanto como a este amigo de todos ustedes.


Finalmente quisiera compartir una enseñanza moral que se da en la película: ¡no atiendan el celular mientras manejan!

Acá está el trailer

The Banshees of Inisherin

Recién sacadita del  horno, esta flor de película es un deleite de profundidad y emoción en medio de tanto rayo láser, músculo en lycra bril...