28 de junio de 2011

Visión Espacial



Supongamos una abeja volando en medio de un salón muy grande.
La elemental organización psicofísica de la abeja le impide ver, si quiera sospechar las paredes del salón. Para la abeja el salón es infinito, y no tiene razones para creer otra cosa.


Borges (cuando no) decía que los animales son inmortales, porque ignoran que van a morir; En su modesto razonamiento no cabe el concepto de muerte.


Hace unos cuantos años había soderos que repartían la soda de casa en casa; andaban generalmente en Rastrojeros. Unos años aún más atrás los soderos venian en un carro tirado por un caballo (yo los alcancé a ver*). Esos caballos tenían "anteojeras": una especie de cuadrados de cuero que le impedían al caballo ver hacia los costados, y de esa manera no se espantaba. El caballo no podía asustarse de lo que no veía, porque en las mentes elementales lo que no se ve no existe.

*Más por provinciano que por viejo, no se hagan los piolas.


Menos mal que nosotros, seres humanos evolucionados con mentes mucho más complejas, no nos encerramos sólo en lo que creemos como si fuera la Verdad Última, y estamos siempre dispuestos a admitir que existen, o pueden existir muchas más cosas e ideas de las que cortamente podemos ver y tocar. Qué bendición es contar con una organización lo suficientemente compleja para admitir y considerar sin juicio otras formas de pensamiento.






Ahora, cada vez que escucho a los ciéntíficos del Discovery Channel decir que el universo es infinito no puedo evitar zumbar un poco.

2 de junio de 2011

Las Diez Palabras Más Lindas

sándalo
penumbra
jacarandá
sombra
cristal
hexámetro
ámbar
runa
arena
anhelar







Creo que fue en España: estaban celebrando algo, cuando le pidieron al joven aprendiz Jorge Luis Borges que listara las diez palabras que más le gustaban de la lengua castellana, y ésta es la lista que consignó. 
Nadie le va a discutir a Borges sus palabras preferidas; por lo menos yo no. Si me preguntaran  por las mías, elegiría las mismas de Borges. Un demonio aquí me susurra que a lo mejor la proximidad de sombra y penumbra (proximidad etimológica, sonora y de aplicación) pareciera quitar algo de gracia, pero le contesto que a Borges no se lo cuestiona, carajo, encajándole al tal demonio un soberano patadón en el culo.


¿Se entiende? No se trata de palabras bellas desde su significado (madre, patria, amistad, amor: descalificadas) si no bellas en su sonoridad, desde su valor estético, palabras que suenan lindo, que nos gusta pronunciar y escuchar, escribirlas y leerlas.
Una curiosidad: en casi todas las listas de palabras hermosas de la lengua castellana que se han hecho en distintos foros, encontramos palabras de origen árabe: alambre,  almohada, alféizar.


Hay otras palabras que más allá de lo bello que puedan sonar, suenan bien. No es lo mismo, la diferencia es sutil; la misma diferencia habría con la palabras grandilocuentes.  No hace mucho (de hecho, hace unas pocas horas) el amigo Mostro celebraba la oportunidad de haber podido usar la palabra Kafkiano; inmediatamente me puse a festejar con él - tal es la naturaleza de los calaveras - y ahí nomás arrimé otra: pantagruélico; conocí a alguien que rescataba palabras antiguas, un poco desusadas ya (recuerdo una en particular: concuspicente para usarlas en donde cupieran.

Afortunadamente no son pocos los aficionados a la escritura o a la lectura que ven en las palabras algún valor más allá de lo evidente, que las aprecian, las atesoran, las coleccionan y acechan la oportunidad de usarlas, como quien guarda balas de plata en un revólver verbal esperando al hombre lobo.

Hay algo, me parece, de heróico en este interés y ojalá uno sea siempre digno de ejercerlo.

The Banshees of Inisherin

Recién sacadita del  horno, esta flor de película es un deleite de profundidad y emoción en medio de tanto rayo láser, músculo en lycra bril...