13 de febrero de 2023

The Banshees of Inisherin

Recién sacadita del  horno, esta flor de película es un deleite de profundidad y emoción en medio de tanto rayo láser, músculo en lycra brillante y pochoclo.

Hasta ayer estábamos bien.

Banshee es un alma en pena, un fantasma que anuncia a los gritos la proximidad de la muerte de alguien cercano, pero los traductores de títulos son medio pajas o - lo más probable - creen que somos todos idiotas y van a encontrar esta película como Los Espíritus de la Isla. En fin.

Está escrita y dirigida por Martin McDonagh, el mismo de Seven Psycopaths, Three Billboards Outside Ebbin, Missouri y In Bruges, todas geñales. Aún siendo londinense el buen Martin tiene un amor por Irlanda y se mandó esta historia irlandesa con el elenco más irlandés que se podía encontrar, anoten: Colin Farrel, Brendan Gleeson, Kerry Condon y Barry Keoghan tomando whisky y stouts. 

Ya vas por la segunda pinta, aflojá.

¿Y de qué se trata?
En la islita de Inisherin, al oeste de Irlanda, se arma la podrida entre dos amigos cuando uno de ellos decide terminar la relación. Uno podría pecar de inocente y creer que éste es un asunto menor, pero ya sabemos que para los irlandeses, quienes tienen fuego en las venas, no hay asuntos menores. Además, en una isla remota en la que la única diversión es ir al pub a tomar, tocar música y conversar, la amistad es algo serio.

El Sombrero del Mago
¿Ustedes vieron esos actos de magia en los que de un sombrero el mago saca pañuelos, pelotas, flores, y hasta palomas y conejos vivos? De la misma manera, de una historia que parece simple Martin McDonagh saca profundísimas reflexiones sobre la amistad (claro), la soledad, la relación entre la amabilidad y la valentía, el paso del tiempo, la trascendencia, la justicia y el amor. También aparecen - combinación magistral, hermosa y sutil -  ya no palomas y conejos, sino perros, caballos, vacas y la burra más linda del mundo.

¿Qué se va a servir?

Como en In Bruges, vemos que entre los personajes hay una sombra ominosa que hace señas desde lejos y de a poco se va acercando, anunciando lo inevitable de todas las cosas, lo que a todos nos llega; la reconocemos justo sobre el final y nos damos cuenta de que el gran Martin la puso ahí en el momento justo.

Ya sabemos que las actuaciones de Farrel y Gleeson son maravillosas, pero quisiera agregar la hermosa sorpresa de Kerry Condon y me pongo de pie para aplaudir a Barry Keoghan, quien pasó del nene bobo de Ready Player One a componer un personaje muy complejo y dramático sin cruzar nunca la finísima línea de la sobreactuación.


Si toda esta perorata no les alcanza para que les den ganas de verla, baste decir que está nominada a 9 Oscars. OJO: no hay que tener vergüenza de llorar.

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