15 de diciembre de 2011

Tres Explicaciones Griegas

Todo el mundo conoce que los griegos - incluso antes del advenimiento del Maestro Iesu Ben Yosef -emprendieron la imposible tarea de explicar todo; como si esta tarea no fuera ya titánica, tejieron alrededor de cada explicación toda una red de mitología que hoy cualquier niño disfruta. Conviene entonces que nuestra biblioteca esté bien nutrida de Mitología Griega para ya no solamente encontrar las explicaciones a todo, si no para poder también contentar a los mencionados niños y su curiosidad voraz.

Hoy nos vamos a detener en tres explicaciones griegas, cortas y divertidas como unas primas mias.


El Breve Culo Ateniense
Desde siempre Teseo y Piritoo estuvieron juntos: Jasón y el Argos los contaron entre sus filas, participaron juntos de la cacería del Jabalí de Calidon y -esto es lo que queríamos contar - se ayudaron mutuamente a buscar esposa. Ambos deseaban hijas de Zeus: Teseo quería a Helena y Piritoo a Perséfone
Raptar a Helena fue fácil (además la nena tenía apenas doce años), pero llegar a Persefone era un asunto mucho más complicado, ya que era la mujer de Hades, el mismísimo rey del Inframundo.
De todos modos allá fueron nuestro héroes sin saber que de alguna manera Hades se había enterado de sus planes y ya los estaba esperando con una falsa actitud amistosa y un banquete servido. Al poco de sentarse los héroes se dieron cuenta de que habían caido en una trampa: estaban sentados en las Sillas Crueles, unas sillas de las que era imposible despegarse. Mientras, para amenizar, el Cancerbero - aquel horrible perro de tres cabezas - les mordía los pies.
Así estuvieron cuatro años hasta que un día bajó al Inframundo Heracles (los latinos lo llamamos Hércules) y viendo a sus amigos pegados a las sillas decidió ayudarlos. Primero rescató a Teseo tirando fuertemente de sus brazos y logró arrancarlo de la silla, pero parte de sus nalgas quedaron pegadas al asiento y es por eso que los atenienses tienen el culo chico.

Culpa de un terremoto inoportuno Heracles no pudo rescatar a Piritoo, quien debe estar todavía - pobre - aburriéndose en el Hades.


La Primavera
Pobre Perséfone y su destino de raptada. No sólo la quisieron secuestrar Teseo y Piritoo en el cuento anterior, si no que ya había sido raptada por Hades para hacerla su esposa. Cuando Perséfone era niña (y se llamaba distinto: Core) andaba por el campo recogiendo flores cuando se abrió la tierra y de las grietas emergió el desaforado Hades y se la llevó al Inframundo. Habíamos dicho que el padre de Perséfone era el mismo Zeus, pero no habíamos dicho nada de la madre: Démeter (también Ceres, también Cibeles) era la diosa de la agricultura, de la fertilidad de la tierra y - ya veremos cómo - de los ciclos de la vida y la muerte.
Una vez raptada Perséfone, y ya en el inframundo, Hades le ofreció un banquete (otra vez...) y la ingenua niña comió. Esta vez la trampa no estaba en las sillas, si no en una ley que hasta los dioses estaban obligados a obedecer y que indicaba que quien comiera en el Inframundo debía quedarse ahí para siempre.
Habiéndose enterado Démeter de que su hija estaba prisionera en el Hades, se quejó con Zeus para que intercediera y fuera liberada, pero el príncipe de los dioses respondió que no podía hacer nada, ya que la nena había comido en el Inframundo y la ley la olbligaba a permanecer allí por siempre.
Muy bien - sentenció Démeterentonces no nacerá nada en la Tierra hasta que devuelvan a mi hija, y así fue que no creció ni brotó ni floreció nada y quedó la Tierra aletargada y estéril. Finalmente Zeus (ya lo imaginamos con una expresión de fastidio, bufando y poniendo los ojos para arriba) intervino y reunió a Démeter y a Hades para una negociación: quedaron en que Perséfone pasaría la mitad del año con su madre y la otra mitad con su marido, y es por eso que durante medio año la tierra es estéril y nada crece, y en la otra mitad, al llegar la primavera, Perséfone se va lo de la madre y florecen las plantas y los pibes se van al parque a dejar todo hecho una mugre.




Los Negros
Faetón, señores, era nada menos que el hijo de Helios, aquel dios que conducía el gran carro de fuego que recorre el cielo: el Sol. Por esta razón, y porque era también la personificación de la estrella de la mañana, Faetón era altanero y orgulloso. El problema es que un día se estaba jactando con unos amigos de ser quien justamente era, pero los muchachos - un poco por jorobarlo, me imagino - no le creyeron. Ahora van a ver, habrá dicho Faetón, y le pidió a su padre que le dejara conducir el Sol por un día. Helios dudó de la capacidad de Faetón para conducirlo, pero finalmente accedió. Otras versiones del mito dicen que directamente se negó, y que Faetón le robó el carro de igual manera.
Aquel día los caballos de fuego no reconocieron la mano del amo en las riendas y se desbocaron: subieron primero muy alto en el cielo y luego cayeron en picada, pasaron demasiado cerca de la Tierra, por donde es hoy el norte del continente Africano, y es por eso que hay allí un gran desierto y la gente tiene la piel negra, producto de la gran quemazón.
Debido a este desgraciado hecho y a la decisión visionaria del Fray Bartolomé de las Casas es que hoy podemos disfrutar del jazz, del blues, del camdonbe y del tango (...y de la abominable rumba El Manisero).

Luego hubieron quienes pusieron un espejo frente a este mito y vieron reflejado otro: el de un hijo orgulloso y altanero que, de la misma manera, por atribuirse poderes mayores terminó cayendo entre llamas.  Este otro era también la personificación de la estrella de la mañana, es decir, Lucifer.


Siempre se pretende que luego de historias así uno pueda sacar alguna conclusión o tratar de construir una moraleja. No se me ocurre nada, salvo esto: es mejor desconfiar si un tío resentido nos invita a un banquete.

Felices fiestas a todos y nos vemos en el veinte-doce.

25 de noviembre de 2011

Laberintos



Como es creencia de los que perpetran este blog que todos los que llegan aquí lo hacen más por extravío que por interés, vamos a festejar la llegada de los incautos hablando un poco de laberintos. También para terminar de cerrar este homenaje permanente al viejo Borges, que tanto le gustaban.

Aunque los primeros documentos de laberintos son (cuándo no) dibujos egipcios mucho más antiguos, el nombre laberinto (del griego labýrinzos) proviene del que probablemente sea el más famoso de la antigüedad clásica: el laberinto de Creta, aquél que construyó Dédalo a pedido del Rey Minos para encerrar allí a su monstruoso hijo Minotauro, y luego al mismo Dédalo (junto con su hijo Ícaro). Se cree que el mito del laberinto de Creta fue inspirado por el palacio de Cnossos, donde vivía Minos. Cuando los aqueos llegaron y se encontraron con una construcción tan sofisticada e intrincada, que incluía maravillas tales como un sistema de alcantarillas, se deben haber sentido un poco extraviados; habían en el palacio muchos dibujos de hachas de doble filo, que en griego se llaman labrys, por lo que el nombre y la extraña distribución del palacio derivaron naturalmente en la idea de laberinto actual.

Minos, Dédalo, Pasifae y el Minotauro
Por resistente que el lector haya sido a la mitología griega, seguramente conoce el mito del laberinto de Creta y del Minotaruro. De todos modos, este viejo amigo de todos ustedes no se va a resistir a la tentación de volverlo a contar aquí de una manera más bien básica y elemental:

El rey Minos de Creta le debía un favor a Posidón, el dios de los océanos, y había quedado en sacrificarle un toro; para tal fin, el mismo Posidón hizo surgir del mar un toro blanco que era una belleza. Pero a Minos le gustó demasiado el toro blanco, y se lo guardó para sí, usando luego para el sacrificio un toro cualunque de su rebaño. A Posidón no le gustó la sustitución y en venganza hizo que la esposa de Minos, la señora Pasifae, se enamorara de aquél toro blanco de forma patológica. Tanto era el amor que la mujer sentía por el toro, que llamó al inventor oficial del reino - nuestro amigo Dédalo - y le pidió que le construyera un disfraz de vaca. Asi hizo Dédalo y así pudo la loca Pasifae seducir al toro blanco y consumar su amor, por decirlo de alguna manera. De esa unión nació el Minotauro, un monstruo con cuerpo humano y cabeza de toro.
Horrorizado Minos por ese hijo mostruoso (bueno, no era su hijo en realidad, si no de Pasifae y del toro, así es como luego dicen que los únicos sobrinos son los hijos de la hermana...) hizo que el propio Dédalo construyera un laberinto para encerrar allí al Minotaruto, y alimentarlo, cada nueve años, con nueve doncellas y nueve mancebos aqueos. Cansados los aqueos de proveer el alimento para el bicho, mandaron entre los mancebos a Teseo, un héroe que ayudado por Ariadna (media hermana del Minotauro) y un ovillo de hilo, pudo entrar en el laberinto, matar al Minotauro y obviamente volver a salir.
Muerto el Minotauro, el viejo Minos redcordó que tenía en la frente un bonito par de cuernos, por lo que usó el laberinto para encerrar en castigo a Dédalo y a su hijo Ícaro ya que estaba.

Borges en La Casa de AsteriónJulio Cortázar en Los Reyes escribieron sus versiones de este mito con unos giros muy (pero muy) interesantes que resignifican todo el sentido del mito sin modificar los hechos. Es recomendación de este calavera que busquen esos cuentos y los lean; ambos son cortos, muy entretenidos y bellísimos. Uno de mis chicos, a sus diez años, lloró conmovido después de leer La Casa de Asterión.

Es muy tentador imaginar el laberinto como un símbolo de nuestras vidas. A medida que crecemos vamos adentrándonos en el laberinto, complicándonos primero con la separación del vientre materno, la escuela, los primeros amores, nos vamos metiendo por pasillos con exámenes, las primeras salidas, elegir un futuro (el pasillo de la derecha, el de la izquieda), abrirse un lugar, formar una familia... todos son obstáculos y no está permitido retroceder. Avanzamos inevitablemente hacia el centro del laberinto donde nos espera un monstruo; es fácil pensar aquí que en el centro del laberinto nos espera la muerte. Pero también podemos pensar en que nacemos en el centro del laberinto y nuestra meta es salir de él y al final nos espera la libertad radiante, el sol, el ser luminoso con el que soñamos ser.

15 de noviembre de 2011

Felicidades Borgeanas


Conseguí finalmente los viejos videos del programa español A Fondo, en el que Don Joaquín Soler Serrano entrevistaba a personalidades como Cortázar, Dalí, Cabrera Infante, Atahualpa Yupanqui y, claro, el viejo: Borges. De las dos entrevistas a Borges (una en el 76, otra en el 81), más allá de la maravilla de escucharlo pensar, hay algunos momentos que son, ciertamente, de felicidad:

- Tener razón en una discusión es mezquino y descortés

(Soler Serrano lee un prólogo escrito por Borges hacía ya muchos años, donde se expresa cierta idea)
- Ah, si, había olvidado eso que escribí hace tanto tiempo, y está bien: sigo estando de acuerdo con eso que escribí... lo que quiere decir que no volví a pensar en el tema.

Borges: ...Yo no me atrevería a repetir una idea de Schopenhauer...
Soler Serrano: Claro, porque usted no es Schopenhauer
Borges: No soy Schopenhauer
Soler Serrano: ...es Borges
Borges: Y bueno, qué le vamos a hacer...

5 de octubre de 2011

En Las Grietas Está Dios Que Acecha

No hace mucho dos amigos (pongamos: Julián Fraser y Diego Sicardi*) coincidían en una nota en la que se hablaba de don Jorge Luis y de su padre, Borges, y en cómo notaban la prueba de la no existencia de Dios en algunos actos más bien cotidianos y ridículos. No importan ahora. A Fraser le llamó la atención que justamente la noche anterior había visto dos películas - elegidas al azar del estante del video club, sin conexión entre si, pero - en las que se repetía curiosamente el mismo hecho: una inteligencia superior convencía a un religioso de la no existencia de Dios.
Tanto le llamó la atención a Fraser esta aparición insistente de la misma idea en tan poco tiempo, que lo comentó con su mujer quien, ocupada en asuntos más urgentes y terrenales, le dijo que se dejara de joder con Dios y la fe de la gente o esa noche dormiría en la bañera. Él, no ella.




Un tema clásico, una idea sobre la que se ejercitan los literatos es la de un rey que muere de inanición en medio de un jardín rebosante de fuentes y frutos. Borges, sabemos, fue el director de la Biblioteca Nacional entre 1955 y 1973, siendo conocidamente ciego. De estos dos hechos, en su Poema De los Dones (no vamos a agotar la primer estrofa que, aunque bellísima, ya la conocemos de memoria) escribió:


De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esa alta y honda biblioteca ciega.


Lo que quizás no sepamos tanto es que Borges no fue el primer ciego a cargo de los casi novecientos mil volúmenes de la  Biblioteca Nacional; tampoco el segundo: José Mármol y Paul Groussac fueron también directores de la Biblioteca Nacional y también ciegos. Borges mismo dice que este hecho, repetido tres veces, ya no puede ser coincidencia.
 Probablemente no sea mala idea cuestionarse uno, de tanto en tanto, sus propias convicciones. Al menos reinspeccionarlas; no sea cosa de que nuestra visión sea esta vez más aguda. Algunas ideas parecen subyacer en su propia refutación. 

Volvamos, para despedirnos, a unos versos del viejo:


La firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.








* Diego Sicardi, fina ironía, es una inteligencia superior y es también ciego.

18 de agosto de 2011

Medianoche en Paris




Ah si amiguitos, volvemos a hablar de películas. De una por lo menos.

Primero: es una película de Woody Allen; esto traza inmediatamente una raya gruesa que dice que la película es muy buena. No, no se discute: es muy buena. Si, claro, hay películas del rusito que son mejores que otras, pero incluso Scoop o Vicky Cristina Barcelona (películas-chorizo que se dio el lujo de hacer para ver si se levantaba a la Johansson, pero parece que no se le dio, che) son muy buenas, aunque en una esté Hugh Jackman, y parezcan un vómito al lado de Hollywood Ending, por ejemplo. Tampoco vamos a organizar acá un concurso de qué películas de Allen son mejores o no. Basta. Digamos que en una escala de películas de Woody Allen (la mía, que es la única que vale en este blog y qué), Medianoche en Paris está a mitad de camino entre el medio y la mejor.

¿Y de qué Va?
Gil es un escritor cuyo ingreso principal viene de hacer guiones de cine en Hollywood (es decir, es otro alter ego de Woody Allen interpretado muy bien por Owen Wilson) y no le va mal, pero él sueña con escribir novelas, lo que le cuesta un poco más. Gil y su novia se van unos dias a Paris de colados - con los padres de ella - y en este paseo se establecen, muy marcadamente, las posiciones de cada uno. Ya se sospecha desde el principio que Gil está completamente fuera de lugar y de tiempo, pero encuentra que "Paris a la medianoche es mágica" y es a la medianoche que encuentra una puerta a otro mundo, a un lugar y un tiempo soñados.

Si no me creen, vean aqui el trailer:





El tema que se plantea es si el soñar con otro escenario distinto a aquél en que estamos metidos está bien o no. ¿Hasta dónde es lícito desear otra situación?¿Es mejor tener los pies sobre la tierra y quedarse en la seguridad del aquí-ahora?¿O cuánto del presente perdemos por estar soñando con un futuro - o un pasado - imaginado?
Estas cuestiones tan sesudas, imagínense, se plantean en medio de una película de Woody Allen, es decir: en una historia muy divertida, con un humor muy inteligente y ¡ojo! con una serie de  alegrías, una serie de sorpresas deliciosas que se van dando, como cachetada de loco, a partir de más o menos la primer media hora.




Aparte del ya mencionado Owen Wilson haciendo del mismo Allen (ya que estamos: haber visto a Will Ferrel haciendo de Woody Allen en Melinda-Melinda fue una maravilla), el resto del elenco es un lujo al que espero no acostumbrarme. Empezando por la cada vez más linda Marion Cotillard, Rachel McAdams (prepárense a odiarla), Adrien Brody (muy bien el nariz ¡muy  bien!), Kathy Bates y una fugaz pero contundente Carla Bruni.


Todavía debe estar en el cine, si se apuran la pueden ver en su sala preferida. Si no, esperen a que aparezca en los videoclubes o caigan en las garras de la piratería, como quieran. Pero véanla, que es una maravilla. Es una película con una historia sencillita pero también profunda, muy graciosa, y uno sale - les juro - pensando en cuánto se parecería Buenos Aires a París, si no fuera por las bolsas de basura, claro.


Para terminar, una cita de la misma película (ustedes sabrán perdonar la traducción):


La nostalgia es negación. La negación de un presente doloroso... el nombre que se le da a esta nostalgia es "pensamiento de una era dorada" - la noción errada de que un período de tiempo diferente al que vivimos es mejor - es una falla en la imaginación romántica de aquellos que tienen dificultades para enfrentar el presente.




13 de julio de 2011

Ser


 Barney Hoskyns, en su biografía de Tom Waits nos dice que el viejo Tom fue construyendo desde sus inicios artísticos un personaje para el público y la prensa que de a poco fue ganándole terreno al Tom Waits privado, hasta concluir siendo todo personaje y nada... ¿nada qué?
Es decir: ¿cuál es el verdadero Tom Waits: se trata de una identidad cubierta por otra artificial, o es el verdadero ser de Tom Waits el que fue aflorando con años de whisky, noche, Bukowski y pianos aporreados?
La respuesta, queridos amigos, no la sabremos nunca; el viejo Tom, Tommy The Cat, el hijo de Frank y Alma, astutamente no permite el acceso a su vida personal ni autoriza ninguna de las biografías que de él se han escrito, ni siquiera una tan buena como la de Barney Hoskyns.
 
En un informe oscuro y enredado, el Aspirante R.M. afirmaba que cada persona es en realidad tres: La persona viva y física con la que todo el mundo interactúa, el fantasma de quien uno ha sido, y la proyección de quien uno desea ser. Transcribimos parte del informe: Todos caminamos siguiendo al Deseo y arrastrando al Fantasma. Como se prevee inmediatamente, ninguna de estas tres personas es estática, todos mutan constantemente: el fantasma se va alimentando de quienes somos y de lo que hacemos, acumula en sí los resultados de nuestras acciones (por supuesto, son casi todas derrotas y desilusiones) y así se vuelve cada vez más cínico, más lloroso y más pesado; la persona física no hace más que acomodarse a la circunstancia, y la proyección de nuestro deseo se va haciendo cada vez más flaca y más esquiva con el correr de los años.
Lo que el Aspirante básicamente nos dice es que no sólo no somos una sola entidad, si no que además estas identidades múltiples van cambiando todo el tiempo.



Otras corrientes más convencionales piensan que simplemente somos la sumatoria de lo que nos han enseñado (padres, escuela, sociedad, novias malvadas, etc) más lo que hacemos por nuestra propia cuenta a partir de cierta madurez; luego, seguimos cambiando de acuerdo a la circunstancia que nos rodea. Para echarle color al guiso, también cambiamos por conveniencia: cuando conocemos una mina que nos gusta adoptamos costumbres higiénicas que a lo mejor no teníamos, por citar un ejemplo. Es decir que también influye lo que los demás perciben de uno; la mirada de los otros es, absurdamente, uno de los factores de más peso para definir nuestra conducta... o contéstenme si no porqué no vamos a trabajar todos los días en calzoncillos.

Como ven, hay todo un supermercado de ideas prostéticas, una gran variedad de muletas anímicas ante la desazón que produce saber que no podemos saber con certeza quiénes somos, lo que somos... mucho menos podemos saber quién es otra persona... ¿qué diferencia habrá entre la persona que uno tiene en frente y la que uno quiere tener?

Lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta quién es quién y eso, que pudiera parecer una mala noticia, encierra a lo mejor otra: no hay nada más parecido a una orgía.


Y ahora devuélvanme el calzoncillo que me tengo que ir.


Addendum

Si lo pensamos un poco, es inevitable ser quienes somos, o lo que somos. Supongamos que es cierto que Tom Waits sea efectivamente un personaje armado, pues bien: crearse un personaje, actuar para el público es parte de Tom Waits. Cualquier cosa que hagamos, así sea una permanente simulación, es parte del complejo cúmulo mutante que somos.

De la inmensa cantidad de definiciones filosóficas sobre qué es el yo, me quedo con una de la que no recuerdo el autor (seguramente alguno de ustedes me sabrá decir): Uno es lo que uno hace con lo que han hecho de uno.

Ahora si, me retiro en perfecto orden. 

28 de junio de 2011

Visión Espacial



Supongamos una abeja volando en medio de un salón muy grande.
La elemental organización psicofísica de la abeja le impide ver, si quiera sospechar las paredes del salón. Para la abeja el salón es infinito, y no tiene razones para creer otra cosa.


Borges (cuando no) decía que los animales son inmortales, porque ignoran que van a morir; En su modesto razonamiento no cabe el concepto de muerte.


Hace unos cuantos años había soderos que repartían la soda de casa en casa; andaban generalmente en Rastrojeros. Unos años aún más atrás los soderos venian en un carro tirado por un caballo (yo los alcancé a ver*). Esos caballos tenían "anteojeras": una especie de cuadrados de cuero que le impedían al caballo ver hacia los costados, y de esa manera no se espantaba. El caballo no podía asustarse de lo que no veía, porque en las mentes elementales lo que no se ve no existe.

*Más por provinciano que por viejo, no se hagan los piolas.


Menos mal que nosotros, seres humanos evolucionados con mentes mucho más complejas, no nos encerramos sólo en lo que creemos como si fuera la Verdad Última, y estamos siempre dispuestos a admitir que existen, o pueden existir muchas más cosas e ideas de las que cortamente podemos ver y tocar. Qué bendición es contar con una organización lo suficientemente compleja para admitir y considerar sin juicio otras formas de pensamiento.






Ahora, cada vez que escucho a los ciéntíficos del Discovery Channel decir que el universo es infinito no puedo evitar zumbar un poco.

2 de junio de 2011

Las Diez Palabras Más Lindas

sándalo
penumbra
jacarandá
sombra
cristal
hexámetro
ámbar
runa
arena
anhelar







Creo que fue en España: estaban celebrando algo, cuando le pidieron al joven aprendiz Jorge Luis Borges que listara las diez palabras que más le gustaban de la lengua castellana, y ésta es la lista que consignó. 
Nadie le va a discutir a Borges sus palabras preferidas; por lo menos yo no. Si me preguntaran  por las mías, elegiría las mismas de Borges. Un demonio aquí me susurra que a lo mejor la proximidad de sombra y penumbra (proximidad etimológica, sonora y de aplicación) pareciera quitar algo de gracia, pero le contesto que a Borges no se lo cuestiona, carajo, encajándole al tal demonio un soberano patadón en el culo.


¿Se entiende? No se trata de palabras bellas desde su significado (madre, patria, amistad, amor: descalificadas) si no bellas en su sonoridad, desde su valor estético, palabras que suenan lindo, que nos gusta pronunciar y escuchar, escribirlas y leerlas.
Una curiosidad: en casi todas las listas de palabras hermosas de la lengua castellana que se han hecho en distintos foros, encontramos palabras de origen árabe: alambre,  almohada, alféizar.


Hay otras palabras que más allá de lo bello que puedan sonar, suenan bien. No es lo mismo, la diferencia es sutil; la misma diferencia habría con la palabras grandilocuentes.  No hace mucho (de hecho, hace unas pocas horas) el amigo Mostro celebraba la oportunidad de haber podido usar la palabra Kafkiano; inmediatamente me puse a festejar con él - tal es la naturaleza de los calaveras - y ahí nomás arrimé otra: pantagruélico; conocí a alguien que rescataba palabras antiguas, un poco desusadas ya (recuerdo una en particular: concuspicente para usarlas en donde cupieran.

Afortunadamente no son pocos los aficionados a la escritura o a la lectura que ven en las palabras algún valor más allá de lo evidente, que las aprecian, las atesoran, las coleccionan y acechan la oportunidad de usarlas, como quien guarda balas de plata en un revólver verbal esperando al hombre lobo.

Hay algo, me parece, de heróico en este interés y ojalá uno sea siempre digno de ejercerlo.

26 de abril de 2011

La Memoria



A principios de los noventa, en una película muy bella, alguien explicaba los principios de la re-encarnación rompiendo una taza de té: "la taza ya no es una taza" - decía mientras mostraba los pedazos rotos - "pero el té siempre es té, ya sea que esté en la taza, derramado en la mesa, o en el piso". La analogía es, por lo menos, bella.
Pero si todos somos reencarnados ¿por qué no recordamos las vidas anteriores? (Aquellas señoras y señores que dicen haber sido Napoleón, Cleopatra o la Reina de Saba, me parece, son más bien víctimas de sus ansias de fama o de permanencia, cuando no redondamente de la locura). Dicen que hay un trámite que se hace entre vida y vida, y en ese trámite se borra la memoria del pasajero, preparándolo para la nueva vida. Si esto es así, a efectos de la consciencia no hay mucha diferencia entre ser el mismo reencarnado o ser otro.

A principios de los ochenta, en otra película también muy bella -aunque más oscura- una mujer descubre que todos sus recuerdos son falsos, artificialmente implantados; incluso sus recuerdos más infantiles y secretos (una araña verde y naranja que habia puesto un huevo del que salieron cientos de arañitas que luego se la comieron) no sólo eran falsos, si no además ajenos y no tan secretos. Imagínense la conmoción de la mujer: su madre no es su madre, ni sus familiares son tales... la peor idea de todas es que ella misma no era quien creía ser.

Las dos escenas establecen ideas que parecen ser opuestas, o al menos espejos: en la primera nos dicen que hemos sido otras personas pero que por haber perdido la memoria no lo percibimos; en la otra una persona no es quien cree ser, engañada (y aquí cabe la palabra: ilusionada) por una memoria ajena y exterior. Y aún enfrentadas, las dos situaciones apuntan a un mismo concepto: la memoria está directamente ligada a la identidad.

Nuestro amigo Miguel de Unamuno dice que en el collar de identidades que vamos siendo, el hilo que une todo es la memoria. Desde que nacemos vamos cambiando: el que somos hoy no es enteramente el mismo que fuimos ayer, cada día estamos un poco (un poquiiiiiito) más viejos, más experimentados, más sabios - si se quiere -  más cínicos, más desconfiados, lo que sea, pero vamos siendo alguien diferente. Si estiramos el segmento de tiempo la diferencia es aún mayor; si alguien me describiera al que era yo a los veinte años en usos y costumbres, en gustos, aficiones, actividades cotidianas, ideología, etc., sin decirme de quién se trata, probablemente no me reconocería. Lo único que me une con aquella persona es la memoria que tengo de haber sido aquel.

Esa es, entonces, la función de la memoria: saber quiénes somos.


Ahora, si esto funciona para la unidad, es decir, para una persona, debería funcionar también para nuestra identidad colectiva, para un pueblo (en esta torpeza no intento ir hacia lo político, ojo, mi idea es más bien tirar bastonazos hacia lo sociológico). En la medida en que un pueblo recuerde, mantenga activa la memoria, sabrá con más precisión quién es y, desde ese punto, poder establecer el fantasma objetivo: quiénes queremos ser.

Ésta podría ser, me imagino, la respuesta adecuada para el mocoso vago que viene a preguntar por qué cuernos tiene que estudiar historia en la escuela.

Eso y un buen patadón en el culo, claro.

9 de marzo de 2011

Donde Están Las Cosas Salvajes



El nombre original es Where The Wild Things Are, por lo que el título que se lee aquí arriba es una traducción literal y muy torpe. Cuando nuestro amigo Maurice Sendak escribió el libro, allá por 1963, la traducción al español fue Donde Viven Los Monstruos, que es mucho más pertinente a la historia misma y a la filosofía de la traducción, ya que estamos.


La película, hasta donde yo se, no tiene título en castellano, y es, me imagino, porque no la pasaron en los cines criollos ni la editaron en DVD aquí en Argentina. Las copias que andan por algunos videoclubes tienen su título en correcto inglés. La película está basada, claro, en el libro de Sendak (no leí el libro, pero ahora quiero leerlo y eso me hace pensar en que la adaptación está bien hecha) y la dirige Spike Jonze, aquel de ¿Quieres Ser John Malkovich?, El Ladrón de Orquídeas, los videos de los Beastie Boys y una tonelada de cortos que no he visto, pero que me imagino deben ser tan buenos como estas tres películas.

Vean el trailer.



Si no entendieron les explico: Max Records (ahora me quiero llamar así) es un pibe muy curioso e imaginativo de unos diez años que no la tiene fácil: el padre no está, la hermana mayor no le da bola y la mamá está muy ocupada con el trabajo y - el colmo - ahora tiene novio. No, el colmo es éste: el maestro en la escuela le dice que el sol se va a morir.
Una noche, después de pelear con la mamá, Max se escapa de casa, cruza un océano y llega a una isla - a un mundo - en donde viven unos mostruos salvajes que no sólo no se lo comen, si no que lo nombran Rey, con la esperanza de que Max les solucione los problemas, que mantenga la tristeza lejos, le piden.




A partir de aquí la película es como la vida en esta isla: salvaje, a los gritos y a los saltos, muy intensa y muy sensible; nada es suave ni sutil, nada se solapa, todo es hasta los huesos y todo es hermoso: Los monstruos y Max duermen apilados, hacen guerra de cascotes, saltan unos sobre otros, derriban árboles, se aman y se enojan como verdaderamente lo hacen los pibes: sin filtro y sin la molesta corrección política con la que las películas y los medios en general nos vienen relamiendo hace ya un buen tiempo.
Digamos esto como algo bueno: a Sendak ya medio lo habían acusado de ser un poco escandaloso para escribir sus cuentos para pibes y parece que Jonze mantuvo ese espíritu. En este mundo de niños no hay candor, pero en cambio hay (aunque los adultos casi nunca lo recuerden) gravedad y tristeza y enojo y otros monstruos con los que lidiar.
Por otro lado en esta película hay dos ausencias notables y que agradecemos: no hay explicaciones de por qué o cómo ocurren las cosas, sólo ocurren; y lo otro que no hay es moraleja ni pretención de enseñanza ninguna, en ningún momento se le dice a Max que tiene que portarse bien y no gritar ni saltar arriba de la mesa; tampoco se lo castiga. Lo que ocurre es simplísimo y resume la película en una frase: Un niño se aleja, amansa - consuela, mima, ama - sus propios monstruos y luego vuelve.



Alquilelán, bajelán de internet, como quieran. Pero véanla y, si pueden, véanla con un pibe: hijos, sobrinos... habrán muchas preguntas, ojo: preguntas que nos haremos nosotros y que a lo mejor nos respondan los pibes, porque es una película verdaderamente para ellos. Lo mejor que nos puede pasar (y les pido que me perdonen aquí el golpe a las rodillas) es que la vea y nos conteste las preguntas el pibe (el monstruo) que tenemos adentro.




Good Night.

4 de enero de 2011

Sueños



Todos soñamos. Incluso aquellos que juran que no sueñan, o que no recuerdan lo que sueñan: lo que sucede en verdad es que les da fiaca o vergüenza contar lo que han soñado. Y aún siendo así un acto tan común, los sueños nos vienen maravillando desde el inicio del tiempo, cuando Dios mismo los usaba para comunicarse con los profetas, santos y demás alucinados.
Muchos creen que en los sueños está la clave de grandes secretos: en ellos se dan órdenes, instrucciones, se revela el futuro, se nos muestra la cara de la persona que amaremos, se nos canta el número que saldrá a la cabeza y - se sabe - el que sueña que se muere, se muere.
Vamos a hacer entonces una especie de catálogos de sueños maravillosos, o que al menos han generado una historia curiosa. Soñemos:

El Sueño de Coleridge y el Palacio del Khan
Una siesta, el poeta Samuel Coleridge se durmió (algunos dicen que inducido por el opio) y soñó con un poema. El poema hablaba de un palacio veraniego que el emperador mongol Khubilai Khan había construido a la orilla de un río sagrado. Al despertar, Coleridge se puso a escribir el poema soñado, y cuando llevaba cincuenta y cuatro líneas, un visitante de Porlock le tocó el timbre, interrumpiendo la escritura del poema. Coleridge mismo diría después que en el sueño el poema completo tenía entre doscientas y trescientas líneas, que se perdieron gracias a este visitante inoportuno (como lo son casi todos los visitantes).
Incompleto y todo, hay quienes dicen que Kubla Khan  no sólo es uno de los mejores poemas de Coleridge, si no que además es uno de los mejores poemas de la literatura inglesa.
Años después de la muerte de Coleridge un documento mostró que tal palacio (algunos dicen que es Xanadu) existía, y que fue construido por orden del Khan, quien había recibido los planos del palacio en un sueño.


Y ya que estamos: también dicen que el Khubilai Khan planeaba sus estrategias de guerra basándose en sus sueños.


El Sueño Inoportuno
Durante la primera guerra mundial un soldado alemán que dormía en una trinchera soñó un sueño en el que tenía la boca llena de mierda*; se despertó sobresaltado y salió corriendo. Unos segundos después una bomba cayó en el mismo lugar donde el soldado había estado durmiendo. Ese sueño - influido vaya uno a saber por quién - le salvó la vida al soldado, que no era otro que Adolf Hitler.

* El cronista de la fuente dice piadosamente "la boca llena de inmundicia".


El Sueño del Dante
El viejo Alighieri dijo varias veces que para escribir su Divina Comedia se basó en un sueño que tuvo un viernes santo (por lo tanto el sueño fue otra llamada del Señor, sacándose así el Dante la responsabilidad de un par de medias revoleadas en la Comedia, viejo astuto). Pero esto no es lo curioso, si no que cuando el Dante murió, parte del manuscrito de la Comedia se había extraviado, y esa parte perdida fue encontrada por el hijo de Dante, luego de un sueño en el que su padre muerto le indicaba dónde buscarla.


El Sueño Reflejado
El Libro de las Mil Noches y Una Noche - pero Alá es más sabio - nos cuenta la historia de un hombre que soñó con un tesoro que estaba en la lejana ciudad de Damasco. Al principio no le prestó atención, pero el sueño se repitió con insistencia y el hombre decidió por fin iniciar el viaje para buscar ese tesoro.
En Damasco el hombre tuvo muchas dificultades: la peor de todas fue ser confundido entre un grupo de ladrones, apresado y apaleado. Cuando el hombre tuvo la oportunidad de aclarar el malentendido y contarle al jefe de los guardias por qué estaba en Damasco, el jefe se echó a reir, lo llamó estúpido y le contó que él mismo había soñado con un tesoro que estaba enterrado en un patio, debajo de una fuente que estaba junto a una higuera, pero que él no era tan idiota como para hacerle caso a un sueño. Dicho esto, liberó al hombre, quien se apresuró a volver a su casa, a su patio en donde había una fuente junto a una higuera y debajo de la cual lo esperaba, enterrado, un inmenso tesoro.


Hay varios sueños más que por vagancia de un amigo de todos ustedes dejaremos para otra ocasión: McCartney dice haber soñado con la melodía de Yesterday, y Lennon, para no ser menos, dijo lo mismo de Imagine; Edvard Munch soñó que sus amigos lo dejaban solo en un puente y al despertar se pintó El GritoMarilyn Monroe soñó muchas veces, antes de ser famosa, que al entrar en una iglesia todos se daban vuelta y la adoraban; María Antonieta y Abraham Lincoln soñaron su propia muerte pocos dias antes de ser asesinados; el emperador Constantino soñó con la cruz y un mensaje: "por este signo", se hizo cristiano y cambió la historia de la humanidad.


Luego de leer y recopilar estas historias, impresionado (sobre todo por la de Coleridge y su poema del Khan), me fui a dormir con la esperanza de recibir también un sueño revelador. En medio de la noche soñé con unas palabras, unos versos o una sentencia misteriosa; me desperté y en la fiebre de la madrugada escribí las palabras que había soñado en un cuaderno que había tenido la precaución de dejar a mano, y me volví a dormir, rendido.
A la mañana siguiente leí lo que había escrito en aquel cuaderno: era una estupidez sin sentido.





The Banshees of Inisherin

Recién sacadita del  horno, esta flor de película es un deleite de profundidad y emoción en medio de tanto rayo láser, músculo en lycra bril...